lunes, 28 de marzo de 2011

Dos chicas de Shangai - Lisa See

  

Shanghai, 1937.  Pearl es una joven china que a pesar de ser inteligente y bonita su padre solo ve defectos en ella porque los coloretes de su cara son demasiado rosados y su piel demasiado oscura. En cambio su hermana May es hermosa y la preferida de sus progenitores.

Las dos hermanas  se pueden considerar afortunadas ya que se mueven por la ciudad con libertad, disponen de dinero para comprar ropa y zapatos lujosos, se divierten y su estilo de vida es muy superior al del resto. Son dos chicas modernas, con preocupaciones banales que obtienen un dinero extra trabajando como modelos para hacer poster de publicidad y calendarios y por ello se consideran chichas bonitas.


Cuando su padre, un próspero empresario, contrae una gran deuda que les arruina no tiene más remedio que venderlas como esposas para los hijos de un empresario chino que pretende llevarlas a América.

A pesar de su reticencia inicial a abandonar el país, la guerra contra los japoneses hace que salgan precipitadamente de Shanghái rumbo su nueva familia. En esta transición las hermanas se transformaran interior y exteriormente, de forma que tendrán que pasar de ser dos chicas bonitas a convertirse en dos esposas que deben obedecer.  

Contexto, estilo y estructura  

El libro tiene 341 páginas que se dividen en capítulos a lo largo de todo el libro. Los capítulos a su vez se agrupan en tres partes.  

Lisa emplea un lenguaje claro y directo que atrapa desde la primera página. El libro está narrado por Pearl y aunque es la historia de dos hermanas, el hecho de que sea ella la narradora hace que la conozcamos mucho más y que sus sentimientos y pensamientos estén más presentes a lo largo de toda la novela.

Igual que en “El abanico de seda” la prosa de Lisa See es fluida de forma que vas devorando página tras página y te lees la novela en un momento y apenas sin darte cuenta. Eso sí me da la sensación de que la autora elude algunas formas literarias.

La historia se desarrolla entre 1937 y 1957; comienza en Shanghái y concluye en Los Ángeles. Así cuando comenzamos en 1937, nos sitúa en Shanghái que era una ciudad que funcionaba como centro de belleza y modernidad en Asia, suponía lo que Paris en Europa. Una ciudad moderna pero que también sufría grandes desgracias, era frecuente encontrar por las calles mendigos mutilados por sus propios padres para dar más lastima, donde existía una gran desigualdad entre la población, una ciudad donde existía la enfermedad y el hambre pero que también contaba con artistas, gánster o jugadores.

En este año también comienza la guerra con los japonés quienes invaden la ciudad, los chinos les llaman, los bandidos enanos o micos y nuestras protagonistas sufren las consecuencias, el miedo, los bombardeos, presencian escenas muy duras y como otros tantos su única salvación es abandonar su hogar huyendo de estos horrores.

En la parte de la historia que transcurre en América, vemos el trato vejatorio que se daba a los inmigrantes, las dificultades y artimañas que tenían que utilizar para conseguir entrar y permanecer en el país. Así como la lucha contra el comunismo y las ideas de Mao por parte de los americanos.

Aunque la mayoría de los personajes son ficticios hay algunos que según la misma autora existieron en ese momento concreto. Esta historia me ha recordado un poco el estilo Amy Tan que aprovecha que está contando una historia para narrarnos estructura, costumbres y elementos de la cultura tradicional china, por lo que quizá tiene algo de novela histórica.

Se nota que la autora ha investigado, no solo para ofrecernos este tipo de detalles, sino que también la novela está plagada de datos reales y situaciones coherentes que bien podrían haberse dado realmente. A pesar de sus raíces orientales, el que hubiera crecido en Los Ángeles significó para ella que para escribir necesitaba documentarse y ya se trasladó hasta China para escribir “El abanico de seda”. 

La tradición china…

La cultura china es tan rica en tradiciones, supersticiones y costumbres que cada libro que leo me aporta nuevos datos y me resulta muy gratificante.

A través de estas diferentes lecturas he llegado a la conclusión que la vida vale muy poco en china y menos aun si es de una mujer. Hay un párrafo en el libro que me ha llamado la atención y es que las hermanas se dirigen a trabajar cuando encuentran en la calle el cadáver de un bebé el cual rodean para no pisar, pero lo cuenta como si fuera algo cotidiano. Hay un tipo de comportamiento en China que es de lo más normal pero aquí lógicamente no podría suceder nunca, es por lo que digo que la vida parece valer menos allí.

El concepto de la familia es muy distinto al que tenemos en occidente, se organizan de otra manera. Los hijos varones tienen más valor porque ofrecen la posibilidad de trabajar y prosperar mientras que las hijas se educan para obedecer y servir a la familia política, con la cual se mudará tras la boda. La familia es un ente muy jerarquizado donde cada miembro representa un rol determinado; así el patriarca organiza y manda sobre los demás miembros, él se encarga de asignar trabajo a los hijos, concertar matrimonio y manejar la vida de los demás. La esposa y madre, quien solo se dedica a cuidar la casa y tiene valor para engendrar hijos.


En el libro esto se asume mediante una frase:

“Cuando seas una niña, obedece a tu padre; cuando seas una esposa, obedece a tu esposo; cuando seas una viuda, obedece a tu hijo. Todos sabemos que es así como debe ser” (Página 43)

Los miembros de las familias chinas educadas no se tocan, abrazan ni besan. Se hablan y tratan con cierta deferencia, lo que hace parecer que en las relaciones familiares cuente mas el formalismo que el afecto en sí.

La visión del matrimonio por parte de las mujeres es que “Haces lo que tienes que hacer y luego te olvidas” (Pagina 45).


En el matrimonio concertado al fin y al cabo los cónyuges se acuestan con un desconocido, se desnudan uno ante el otro a pesar de que a veces ni siquiera se han visto antes y ni siquiera existen los sentimientos. De forma que desde el comienzo la familia es más una obligación que una opción.

 Mi experiencia con la novela

“Dos chicas de Shanghái” es una historia triste pero también de superación, de segundas oportunidades, de cómo cuando se cierra una puerta siempre se puede abrir otra.

Pearl y May son dos chicas bonitas que han tenido una buena vida pero que por causas del destino terminan por perder. Primero deben abandonar su ciudad para escapar del acoso de los japoneses y más tarde enfrentarse a un suegro que no les pondrá nada fáciles las cosas. Pasan de ser un par de niñas consentidas a encontrarse solas y soportar una vida complicada. 

Pearl tiene 21 años, es una chica seria, leal, exigente y respetable. Ha conseguido licenciarse en la universidad y habla cuatro idiomas. No solo consigue un dinero extra como modelo sino que también da clases de inglés a un japonés. Está enamorada de un pintor y aspira a casarse con él.

May tiene tan solo 18 años pero es graciosa, menuda y exuberante; un ser adorable para todo el que la conoce y por lo que es la favorita de mamá y papá de quien consigue todo lo que desea. Es caprichosa, mimada y en ocasiones egoísta. Al contrario que Pearl no llegó a la universidad, solo finalizó la enseñanza secundaria. 


Cuando su padre le entrega al venerable Loui, un empresario afincado en Los Ángeles las dos hermanas tendrán que acostumbrarse no solo a soportar a sus maridos sino a un suegro frío y despiadado que las obliga a trabajar sin concederles nada. 

Destacaría sobre todo la perfecta evolución de los personajes que consigue transmitir la autora, porque estos van creciendo a lo largo de todo el libro y a medida que avanza la novela de forma que al principio de la historia nos encontramos con dos crías egoístas que solo se interesan por ellas mismas y por frivolidades para encontrarnos veinte largos años después a dos mujeres que han sufrido y que han evolucionado de forma distinta en su interior.

Las hermanas son completamente distintas y por ello su forma de evolucionar también lo es, mientras May va volviéndose más independiente, Pearl lo hace de forma contraria, se une mas a la familia. Una se hace más moderna mientras la otra se vuelve más tradicional. Pero no son solamente las hermanas quienes sufren esta evolución, existen personajes que irán doblegando su personalidad o irán cambiando a medida que su vida también lo hace. 

Pearl es quien conduce toda la historia y a quien vamos conociendo mas y mas a la vez que la historia transcurre, es una persona con una gran capacidad de sacrificio, un personaje que va calando y con quien terminas empatizando. Quizá como conocemos sus sentimientos, nos ponemos de su parte, alejándonos un poco de May, de quien no comprendemos su comportamiento.  

La relación entre ambas hermanas es muy especial desde el principio pero llega un punto en que parece quebrarse, después de todo por lo que pasan juntas, los secretos que comparten es inevitable que aparezca una fisura en ella, bien sea en forma de celos o bien en forma de reproches.

Como trasfondo de la historia encontramos una crítica sobre la brutalidad de la guerra, el ataque a las ideas y libertad de expresión y la problemática de la inmigración y la intolerancia y de la diferencia de clases.

Me ha encantado el argumento, creo que es entretenido y no es fácil de predecir como sucede en otras historias, te va seduciendo y absorbiendo poco a poco con unos giros muy interesantes en la trama. Nos encontramos personajes que nos gustan, personajes que no nos gustan, otros que nos dan pena; existen partes en las que las que sufrimos, y otras que nos conmueven.  

Es un libro entretenido, plagado de sorpresas, una historia conmovedora con un mensaje esperanzador con un final interesante. En definitiva un libro con un gran mensaje.

Algunas frases….


“Hasta la luna más perfecta se tiñe de tristeza” (Página 215)



“Tener un hijo es doloroso, para que nos enteremos que la vida es una cosa seria” (Página 258)



“Cuando no tienes mucho, tener menos no es muy grave” (Página 88)